lunes, octubre 15, 2007


El otro día una amiga me hizo una pregunta, yo no contesté sinceramente y recordé la historia de mi tortuga Adelaida.

Me la compraron cuando yo tenía unos 6 años, era uno de estos galápagos pequeños de los que no crecen demasiado, vivía en una tortuguera de plástico verde con una palmera en medio.

Adelaida no era muy divertida, su condición de galápago se lo impedía pero yo, que siempre he sido muy cabezota, me empeñé en enseñarle algunas cosas básicas "izquierda" "derecha" no aprendió, esta claro, era una tortuga bordelina.


Un día dejó de moverse, no es que hubiera sido nunca hiperactiva pero aquello era, cuando menos, sospechoso. Además de la ausencia de movimiento empezó a clarear el caparazón, una especie de costra blanca comenzó a cubrirlo.

Yo que no era una experta en estas cosas decidí preguntar a mi padre. Él miró en el interior de la tortuguera y me dijo :
- Parece, hija, que esta dormida
-Pero lleva mucho tiempo durmiendo... además le doy con el dedo y no se despierta, mira.

Mi padre no contestó, alegó que no entendía mucho de tortugas y lo mejor era ir a la tienda de animales donde la había comprado, pensé que era buena idea, quien mejor para diagnosticar una posible narcolepsia...

La metí en una bolsita de plástico, la pobre iba rebotando de un lado a otro. Una vez en la tienda mi padre me lanzó una de esas miradas tipo "Explícale a este señor el problema", yo estiré el brazo en el que llevaba la improvisada tortugera.

- No se mueve nada...- El dependiente cogió la bolsa, la colocó a la altura de sus ojos, frunció el ceño, bajó la bolsa, me miró y dijo:
- Esto lleva lo menos 3 días muerto...

Durante un tiempo pensé que mi padre no era tan listo como yo pensaba, ahora ya no, ahora creo que hay cosas que no son fáciles de decir.

9 comentarios:

38 grados dijo...

No querimos herir a los queremos y a veces hacemos más daño sin proponernoslo...es cierto que hay infinidad de cosas difíciles de decir, pero más tarde o más temprano se acaban sabiendo, y a veces a bofetazos, como el señor de la tienda contigo....yo creo que es mejor coger el toro por los cuernos, aunque nos aguijonee el corazón.

un abrazo

El Aparcacuentos dijo...

Con todos mis respetos el dependiente era del genero estupido...
espera bonita que en la tratienda tego una medicina que las deja nuevas... cambiazo¡¡¡ sablazo a tu padre y niña feliz¡¡¡¡

Enriquecedor...
besssos

Isabel Burriel dijo...

jajaja, me río por lo del Aparcacuentos. Qué majo es!!!!
Pero... por otro lado... puf, no sé qué haría yo en el caso de tu padre pero a esa edad no sabría si lo mejor es enfrentar a mi hija a las cosas naturales que ocurren en esta vida o empolvarsela para que no sufra.

Arcángel Mirón dijo...

Y esa imagen te quedó grabada para siempre. Espero que te hayas recuperado.

(Hace diez días me regalaron un pez; cada media hora corro a mirar que esté todo en orden).

Batsi dijo...

Increíble que una narración tan sencilla lleve tanto significado. Y me metí en la piel de esa niña que fuiste... ¡cuanto me dolió!

Pero la verdad por delante.

PuroHumo dijo...

Imagen similar pero a las bravas... Yo tenia unos 7 años y en la finca familiar encontre un mochuelo (pequeño buho) con un tiro en el ala. Lo recogi y curé como mejor pude. En aquellos tiempos no había centros de recuperación de animales (el mas cercano estaba a 120km!!!) asi que lo cuidé en casa. Creia que iba a morirse porque se negaba a comer (son carnivoros), hasta que cuando estaba demasiado débil como para defenderse le obligue a tragar abriendole el pico y moviendole el buche. Vivió cuando todos lo daban por muerto. Me cojió mucho cariño, lo llamaba y acudia. Lo llevaba en el hombro por toda la casa. Se alegraba cuando llegaba del colegio. Lo quisimos soltar en el monte, pero no podía desplazarse mas que unos metros y volvia dando saltitos a mis pies. En 3 meses recuperó toda la salud salvo el ala irreparable. En casa demostraba mucha alegría.

Una mañana le di de desayunar... y al regresar del cole estaba muerto. Ojalá hubiero llegado el último y me hubieran contado que la jaula y la ventana se habían quedado abiertas...

Bambu dijo...

Ojala hubiera quedado abierta de verdad

Anónimo dijo...

Yo pensé al leerte que Adelaida se había convertido en isla...

Muy filosófico. Besos.

Claudia...(la cocinera)

malditas musas dijo...

Ay, Bambú. Me dejaste helada. Qué peligrosa es la ternura.

Besos
Musa