Pretensiones

Tengo que reconocer que mi estado actual no es el más favorable para empezar una relación, asumo que por mi parte pongo barreras algunas imaginarias para que no haya más acercamiento del que una noche de frivolidad y excesos posibilita pero lo de ayer fue una alianza de las fuerzas cósmicas con las que ando peleada para que mis miedos se conviertan en fobias.

A mi el café consecuente a un primer encuentro festivo en el que abunda la alegría, el alcohol y las buenas intenciones me resulta un verdadero problema. La mayor parte de las veces no llego a él, decido que no estoy preparada y en definitiva lo que por la noche me parece una gran idea al día siguiente me resulta pesado y deprimente, otras veces me convenzo a mi misma de que es necesario dar una oportunidad, accedo al café, me echo para atrás, si el chico persiste vuelvo a acceder y probablemente vuelva a echarme para atrás con las típicas excusas nada elaboradas.

Resumiendo, ayer tras dos plantones por mi parte tipo "lo siento me ha surgido algo" decidí alentada por mis amigas salir de mi ostracismo sentimental y ver qué sorpresas escondía el último ligue de fin de semana.

Mi mayor miedo en esta clase de citas es el contacto físico. No soporto demasiados acercamientos que no sean autorizados por mi evidente lenguaje corporal pero ayer mis miedos fueron puestos a prueba por la realidad.

El chico en cuestión era de estas personas que cuando habla acompaña sus comentarios de toquecitos en cualquier parte de mi anatomía, brazo, mano, pierna, hombro y todo ello seguido por una risita jocosa que dejaba entrever un posible problema de autocontrol.

Yo procuraba mantener una conversación normal pero no había manera, a cada cosa que le contaba añadía algún comentario fuera de lugar que dejaba demasiado claro su interés por estar conmigo esa tarde, la tarde siguiente y el fin de mis días. Mi anatomía empezaba a sentirse maltratada, aproveché un gesto de su cara hacia el humo de mi cigarro para interpretar libremente que le molestaba y que por lo tanto lo mejor era cambiarme de silla, así conseguí no estar a su lado y quedarme en frente, por supuesto esto no evitó que dejara de tocarme y estiraba su kilométrico brazo hacia mi mano.

Quiso dar un paseo, pensé que aquello no podía empeorar la situación, gran error. El vello erizado de mi brazo me delató y en cuanto detectó que tenía frío quiso abrigarme con su cuerpo, yo no pude más, el chico media 1.95 y su buena intención me resultaba claustrofobica, dije:

- eres un poco tocón, no????????

Le pareció de lo más divertido y pellizcándome la cintura añadió "qué bicho eres" (risa espídica). Sí, eso es exactamente lo que soy pensé, un insecto minúsculo que no tiene escapatoria...

Aproveche un sms de mi compañera de piso para decirle que tenía que marcharme, camino a casa sólo pensaba en cómo evitar la despedida, por supuesto a esas alturas ya había interiorizado que iba a intentar besarme, desde luego mi lenguaje corporal no estaba siendo bien traducido.

Me dejó en casa, yo fui directa a escribir en el aire un semicírculo perfecto que definiera claramente la trayectoria de mi boca hacia su mejilla, casi oreja, casi ventanilla trasera del coche... pero el tío pasó por alto mi recorrido y me plantó los morros, por suerte mi mano estuvo ágil y consiguió detener la pretensión del muchacho espídico sobón.

- eh... no
- No me das un beso?
- No, te doy dos.... (besos en mejilla de rigor) soy así de arisca... jeje.
- Bueno, te puedo llamar otro día???

Imaginad mi mano abriendo la puerta del coche y la pierna derecha ya puesta en la calle mientras le decía:

- Claro, ya quedaremos otro día.... ya te llamo.

Cerré la puerta mientras él hablaba... como en el fondo soy una blanda y sobretodo educada tuve que volver a abrirla.

- Uy, lo siento. Me decías algo?
- No, nada, que hasta luego......
- Sí, hasta luego....

Huí sin mirar atrás, llamé a Haruko traumatizada... Dios, por qué no haré caso a mis instintos??, si a mi me va bien comprando zapatos, para qué pretender algo más?

Lo tengo decidido, nada de cafés en una temporada, a mi que me conquisten a distancia y sin dolor, los pretendientes que pretenden algo, los que no pretenden nada y los que no saben qué pretenden tiene una orden de alejamiento y a la voz interior que me alerta le voy a comprar un amplificador.